Cada día que pasa siento más horror, más desolación y más vergüenza, vergüenza ajena, vergüenza por el comportamiento de los líderes políticos occidentales. Siempre he defendido que los políticos, al igual que el resto de los ciudadanos, también deben poder tomarse vacaciones. Pero hay momentos en los que se supone que los líderes políticos tienen la obligación de aparcar sus vacaciones y hacer frente a situaciones extraordinarias como lo es la tragedia que se está viviendo en Afganistán.