Cuesta verbalizarlo, lo comprendo, yo he tardado mucho tiempo en poder hacerlo, en decir en alto lo evidente: Cuba es una dictadura. Cuando era jovencita tenía en mi cuarto un póster del Che Guevara y admiraba sin recelo alguno a Fidel Castro que me parecía todo un héroe moderno, el David capaz de enfrentarse a Goliat, el comandante capaz de poner en jaque a los poderosísimos Estados Unidos.